Por: Anhy Durley González Durán
El documental de 2018 de la directora Almudena Carracedo Verde y de Robert Bahar, con la producción, entre otros, de los hermanos Almodóvar, visibiliza a las víctimas de la dictadura del general Francisco Franco, en la lucha que empezó con la persistencia de dos activistas, a quienes se le unieron más querellantes, confrontando el “Pacto del Olvido” sobre los crímenes, que padecieron en carne propia y en sus familiares, durante el régimen militar; a los dos valientes, una víctima y un abogado, se les sumaron centenares de querellantes, terminando el documental con 311.
El franquismo, como ha sido conocida la cruenta etapa de la dictadura militar de Francisco Franco Bahamonde integrante de la cúpula militar, que en 1936 dio el golpe de estado contra el gobierno republicano, dando lugar a la guerra civil española y quien fuera elevado a jefe supremo, desde 1936 a 1975, hasta su fallecimiento.
Acabada la guerra instauró una dictadura fascista con el denominado Movimiento Nacional, camuflado en el nacional catolicismo.
Durante su mandato de dictadura militar, se produjo una fuerte represión contra quien pensara diferente, lo que produjo el exilio de miles de españoles; por el modo de operar criminal de lesa humanidad, con torturas, campos de concentración, fosas comunes y expropiaciones.
Lo anterior recordando, que la ideología o mentalidad franquista se fundamentaba en cinco doctrinas de la ultra derecha española:
El anterior fanatismo se concentró en el catecismo patriótico español, que centraba en siete los enemigos de España: el liberalismo, la democracia, el judaísmo, la masonería, el capitalismo, el marxismo y el separatismo; de tal manera, que cualquiera que desafiara esta ideología era enemigo de la dictadura.
La película es una crítica y un sentido reclamo contra al proceso de amnistía y olvido, impuesta por los opresores, quienes luego de la dictadura pasaron a ocupar cargos políticos; de ahí la importancia en los procesos de paz, de evidenciar la verdad, buscar la reparación, evitar la impunidad, garantizar la justicia y ante todo asegurar la no repetición de los crueles actos.
Crítica contra el gobierno español, por la forma legal de evadir la responsabilidad al promulgar la Ley de amnistía – Ley 46/1977-, que incluyó la amnistía de los presos políticos y del amplio espectro de delitos, con el fin de eliminar los efectos jurídicos que pusieran en peligro el nuevo régimen; esto es, la ley fue considerada como una decisión necesaria para lograr una transición exitosa del régimen militar a la democracia, al amnistiar a los responsables de crímenes de lesa humanidad.
Lo anterior agregando, que durante la dictadura de Franco fue eliminada la monarquía y solo permitió su regreso, con la esperanza de que el franquismo se perpetuara en el poder luego de su muerte, mediante una monarquía absoluta.
No obstante, el rey Juan Carlos luego de la muerte de Franco propició, que España diera paso a un Estado democrático, de derecho y de bienestar, con una economía de mercado, mediante una monarquía constitucional.
Sin embargo, el voto de silencio cómplice del rey Felipe de España fue un insulto para las víctimas del conflicto interno a manos del franquismo, soportado en un inhumano legalismo.
El silencio de otros, evidencia la lucha de décadas, la persistencia de las víctimas en las denuncias por los delitos de lesa humanidad, genocidios, tortura y desaparición forzada, cometidos durante la guerra civil y la dictadura, cuyo mayor obstáculo infranqueable de la ley de amnistía, impide juzgar los delitos cometidos durante dicha época.
Ni siquiera organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han logrado, que el gobierno español derogue la ley que a todas luces es incompatible con el Derecho Internacional, al impedir juzgar delitos considerados imprescriptibles y la excusa, es que la misma Constitución impide la derogación, por violación al principio de irretroactividad de las normas sancionatorias desfavorables.
El silencio de otros, es el sufrimiento de las víctimas y la burla de los genocidas franquistas escudados en una ley de completa impunidad y premiados con cargos políticos en la nueva democracia.
Las victimas encontraron en el juez español Baltazar Garzón eco; no obstante, el juez reconocido internacionalmente por abrir diligencias contra los gobiernos militares de Chile y Argentina, con orden de captura contra Pinochet, se enfrentó a la justicia de su propio país por investigar los crímenes del régimen franquista, acallado so pretexto de salvaguardar el estado de derecho español al vigilar el cumplimiento de la ley.[1] Juez, quien en 2012 fuera inhabilitado por prevaricato por ordenar la interceptación de unas llamadas en un caso de corrupción política.
Principio de Justicia Universal
El mismo principio de Justicia Universal, en el que se apoyó Baltasar Garzón para investigar los crímenes de lesa humanidad en Chile y en Argentina, fue el que permitió, que familiares de víctimas del franquismo residentes en Argentina interpusieran una querella ante el tribunal penal, en caso que fuera conocido por la recursiva y valiente Jueza María Romilda Servini de Cubría, de acuerdo al principio de Jurisdicción Universal para juzgar crímenes de lesa humanidad; lo que comenzó con dos denunciantes en 2010, arribaron a más de 300.
Las querellas fueron acompañadas de un nutrido movimiento social, de España viajan a Argentina para buscar apoyo social. Lograron mayor acogida mediante el formato para adherir querellantes y mediante la recopilación de testimonios.
En ese orden, la Justicia argentina presentó su reclamo bajo el principio de "Justicia Universal", que permite a las naciones juzgar delitos de lesa humanidad cometidos en un país extranjero.
Dentro del grupo de víctimas, se consolidó un grupo de mujeres a quienes el médico Antonio Vallejo-Nájera, les robó los bebés para experimentar quitarles el gen rojo comunista; como política médica represiva, durante la dictadura franquista; conocido también como "el Mengele español" por sus teorías y su participación en las depuraciones del franquismo.
En su libro Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza, Vallejo defendía la «eugenesia positiva», cuyo fin era «multiplicar los selectos y dejar que perezcan los débiles», que en su universo obsesivo eran los rojos, a quienes consideraba «individuos mentalmente inferiores y peligrosos en su maldad intrínseca».
Así las cosas, “El Silencio de Otros” habla del “pacto de silencio” que se llevó a cabo en el inicio de la democracia española, y de cómo centenares de familias debieron con el pacto olvidar por obligación de sus familiares torturados, exiliados por el Franquismo, asesinados y enterrados en fosas comunes.
Las víctimas manifiestan no pedir venganza, solo que le sean entregados los restos de sus familiares, para darles sepultura.
El film presenta la obra del escultor Francisco Cedenilla Carrasco encargado de esculpir ‘El Mirador de la Memoria’,[2] un monumento a las víctimas de la Guerra Civil inaugurado en 2009 en el valle del Jerte, municipio español de la provincia de Cáceres, con esculturas desnudas de tres hombres y una mujer en lo alto del mirador, coincidiendo con la Ley de Memoria Histórica para homenajear y recordar a las víctimas de la Guerra Civil y a la dictadura del general Franco; así como a todas aquellas personas que fueron encarceladas, torturadas, exiliadas o desplazadas; no faltó el partidario de ultra derecha seguidor del franquismo, que disparó contra las esculturas y el escultor en lugar de repararlas consideró, que su obra estaba concluida.
El silencio no significa olvido para quienes sufrieron la dictadura; buscar justicia no es buscar venganza. Por eso, un Estado no puede perdonar los crímenes; porque olvidar no genera perdón sino más odio; con la Ley de amnistía no se pidió perdón, se exigió a las víctimas que perdonaran a sus victimarios.
Los delitos de lesa humanidad nunca prescriben, pues a las víctimas no se les puede negar el derecho a la justicia.
No hay ningún derecho de matar a quien piensa diferente; además de las cuatro órdenes de capturas libradas por crímenes de lesa humanidad, las víctimas lograron que las calles nombradas en memoria de los torturadores, fueran renombradas.
En Colombia la reparación de las víctimas, no puede el Proceso de Paz ni la desmovilización de las AUC ser viles montajes,[3] porque son una burla a quienes sufren la violencia; no es borrando la memoria histórica como se olvida la dictadura; a las madres de los falsos positivos, no se les puede exigir olvido, mientras ven a su victimario seguir en la impunidad.
[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/01/120123_baltasar_garzon_banquillo_jgc
[2] https://www.traveler.es/experiencias/articulos/mirador-del-silencio-esculturas-memoria-historia-valle-del-jerte/14994
