No es el 5G el causante de la pandemia

30/08/2020
Foto: digital policy law

Por: Leopoldo Ojeda Carlos y Julio Medina Triana

Comúnmente oímos hablar del espectro radioeléctrico y electromagnético, de las ondas magnéticas y las señales de radio, todas ellas relacionadas con la Energía Electromagnética cuya sigla es EEM.

El espectro electromagnético es parte del territorio nacional, está compuesto por el conjunto de ondas que van desde las ondas de radio, la luz visible y los diferentes colores, las microondas, los rayos infrarrojos, los rayos ultravioleta, los rayos X, los rayos gama; dentro de ellos el espectro radioeléctrico que está compuesto por la gama de frecuencia más bajas de espectro, está destinado a los servicios de telecomunicaciones: radio, televisión internet, telefonía celular, radio aficionados, bomberos y policía entre otros.

Cada uno de los servicios de telecomunicaciones tiene una gama de frecuencias asignada y es fija para cada operador. Estas frecuencias usadas para telecomunicaciones son denominadas ondas portadoras, porque dentro de ellas se empaqueta diferente información, que puede ser voz, imágenes o datos.

Un componente importante para la propagación de las señales emitidas por las antenas de radio es su potencia de transmisión de las ondas que ya definimos, que determina el área física que cubre la señal, de tal manera que las antenas que usa la telefonía celular hoy son de menor potencia a las usada por la televisión analógica y las antenas de radiodifusión.

Desde el comienzo del  universo se ha estado emitiendo, naturalmente, Energía Electromagnética (EEM), en forma de radiación de ondas: luz, rayos X, rayos gama, rayos cósmicos, ondas de radio de muy diversas frecuencias y potencias, etc. El planeta tierra (y todos los demás) y los seres vivos que la habitamos, hemos estado expuestos, desde siempre, a estas radiaciones de EEM.

También, en forma “natural”, hemos estado expuestos a campos gravitacionales, eléctricos y magnéticos, por separado o de manera combinada (cargas eléctricas estáticas atmosféricas y terrestres, campo magnético terrestre, descargas de rayos, etc.).

Desde el descubrimiento de la electricidad (hace casi 250 años) y la implementación de sus aplicaciones, hemos estado expuestos a esos campos, pero de naturaleza “artificial”, originados por generadores, transformadores, motores, líneas de transmisión de baja, media, alta y extra alta tensión, hornos de arco, centrales, etc.

Desde el desarrollo de las telecomunicaciones fijas o alambradas hace casi 200 años, pero especialmente de las inalámbricas hace casi 150 años, hemos estado expuestos a la EEM, porque los dispositivos que la usan, “radian” esa energía: es el caso de los transmisores, receptores, líneas de transmisión, todo tipo de antenas, de satélites, etc.; de la misma forma siempre se han necesitado trabajadores actuando estrechamente con todos esos equipos.

Las frecuencias y potencias que han sido necesario utilizar han sido de todas las gamas o magnitudes; la tecnología fue inicialmente análoga, pero desde hace unos 50 años lo “digital” se ha venido generalizando para ofrecer todo tipo de servicios, antes inimaginables.

Las telecomunicaciones, en sus inicios estaban asociadas a un lugar físico geográfico: casa, oficina, fabrica, kioscos, centros de operadoras, etc., y eran “fijas”, es decir, amarradas por una red de cobre a unas centrales de conmutación. Ahora, con la tecnología celular, las telecomunicaciones están ligadas a las personas y los “terminales” se mueven con ellas. Ahora lo que impera es la individualización, la movilidad, instantaneidad y la integración de todos (!) los servicios de comunicación. Por esto los cables sobran y son las ondas electromagnéticas quienes transportan la voz, los datos, las imágenes, en fin, todas las aplicaciones posibles.

Por tanto, ahora hay una mayor profusión de EEM que antes, porque hay más terminales móviles que habitantes en el planeta (8 mil millones) y no hay quien escape a sus emisiones.

La tecnología móvil ha tenido que ir evolucionando para tener este alcance, en aspectos como frecuencias a utilizar, potencias de emisión, servicios a ofrecer, precios, tamaños de terminales, baterías, etc.; hemos pasado de primera generación 1G a quinta generación 5G en escasos 30 años; pero desde entonces y antes, hemos estados estrechamente relacionados (como usuarios o como trabajadores de las telecomunicaciones) con la emisión de EEM.

La tecnología 5G se diferencia de las anteriores en que:

⁃ Necesita un mayor número de radio bases, prácticamente una en cada cuadra.

⁃ Ópera a una mayor “velocidad digital” número de bits por segundo, del orden de varios Giga bits.

⁃ Por lo tanto, transporta una mayor cantidad de información y de servicios en la misma cantidad de tiempo de generaciones anteriores.

⁃ Pero cada radio base necesita una menor potencia de emisión, para no interferir con las radio bases vecinas.

⁃ Los rangos de frecuencia no son fundamentalmente diferentes a los de las tecnologías anteriores.

⁃ Los terminales ya no serán  celulares y computadores, sino cualquier cosa; se habla del “internet” de las cosas, donde todo está comunicado con todo.

En resumen 5G representa una mayor “densidad” de frecuencias, bits, servicios, cubrimiento, radio bases, etc. Pero utilizará, más o menos, las mismas técnicas de emisión de la EEM, usadas por las anteriores generaciones desde la 1G hasta la G4: transmisores, receptores, antenas, terminales, modulación digital, reuso de frecuencias, algoritmos, propagación, etc.

Desde la aparición de las primeras ondas electromagnéticas “artificiales” en la industria de las telecomunicaciones, se ha especulado sobre su incidencia sobre los seres vivos, incluyendo, ovbiamente, a los humanos; pero no ha habido un claro consenso sobre su malignidad.

Sin embargo, esto no quiere decir, absolutamente, que no pueda haber un efecto indeseable sobre los seres vivos, que no se haya podido comprobar, hasta hoy, de manera concluyente.

Hay que considerar que los seres vivos, particularmente los humanos, tienen un componente “eléctrico” en su naturaleza:

⁃ Varios minerales de nuestros cuerpos son conductores de la electricidad y de los campos (eléctricos y magnéticos): hierro, aluminio, potasio, yodo, magnesio, sodio, etc; además el 70% de nuestro cuerpo es agua (salada).

⁃ El cuerpo funciona con impulsos eléctricos (corazón, músculos, órganos, etc.) y emite ondas (cerebrales).

⁃ Hay teorías acerca del comportamiento, temperamento o conductas de los humanos que tienen que ver con el equilibrio/desequilibrio de los sistemas energéticos (eléctricos, magnéticos, EEM, etc.) del organismo; estos sistemas podrían ser influenciados por energías externas emanadas por las redes de telecomunicaciones.

⁃ En realidad la naturaleza, toda, tiene una explicación científica de su existencia y funcionamiento desde la física de la electricidad y los campos de diferentes tipos de energía, y todos están interactuando todo el tiempo.

CONCLUSIONES:

Siempre hemos estado expuestos a muchas formas de energía, entre ellas la EEM.

No se ha demostrado fehacientemente, que se presentes efectos malignos sobre seres vivos de la EEM, a no ser que implique una muy alta potencia y por un periodo de exposición muy largo.

No se excluye la posibilidad, que se llegue a demostrar un efecto maligno específico sobre un organismo vivo, diferente a la exposición a una fuente natural.

No hay lugar del mundo a donde no lleguen emisiones de la EEM.

Para bien o para mal, la civilización tal como la conocemos actualmente, no puede funcionar sin la utilización de la EEM, en sus diferentes aplicaciones.

Otra cosa muy diferente es el control social, económico y político de los sistemas de telecomunicaciones, y sus casi infinitas aplicaciones, por parte de los gobiernos, las corporaciones, las multinacionales o las fuerzas “opacas” que realmente controlan a cada país en particular y al mundo en general. Esto es independiente de la tecnología propiamente dicha. Esto lo implementan con 4G o con 5G o con XG.

Desafortunadamente la tecnología no ha evitado el sometimiento cada vez mayor de la población, y por el contrario, la ha asentuado y sofisticado.

Por desgracia, las personas parece que tuvieran, cada vez menos, criterio independiente propio para interpretar la realidad; todos terminamos viendo lo mismo, leyendo lo mismo, degustando lo mismo, en fin, sintiendo y pensando lo mismo, porque las “redes” están absolutamente controladas. Ni vida privada tenemos ya.

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